miércoles, 1 de abril de 2009

La diferencia fue este (para nuestra desgracia)


¿Se puede merecer tan poco haciendo tanto sacrificio?, o es que lo que se ha realizado es insuficiente para ganar, pero como no lo teníamos ahora nos parece suficiente para quitarnos esta mala leche.
Costa Rica no fue más, jugó lo que le permitió conscientemente El Salvador, lo manejó. Cuando quiso atacar estrelló una pelota en el palo. Cuando quiso dominar el medio campo quitó la pelota con limpieza. Cuando quiso pegar, Ramón Sánchez y Marvin González repartieron leña.
Hasta en las gradas, nuestros compatriotas se hicieron sentir más, cantaron el olé primero, y eso les dolió a los ticos; gritaron "El Salvador" y eso se escuchó más que los abucheos de los locales hacia los suyos.
En el momento que la selecta se disponía a atacar, dando entrada a Rudis y antes de que ingresará el timorato Torres Alegría, cayó el gol.
Lo hizo el jugador que marcó la diferencia, porque tiene una carrera diferente. Posee 125 partidos con la camisola roja, y su trayectoria futbolística incluye un gol en el Santiago Bernabéu, jugando con el AEK de Atenas la Champions League. Es una figura; por algo Pepsi usó su imagen para una campaña publicitaria.
Ningún salvadoreño tiene el 30% de sus juegos con la selección, pero la mayoría tiene una edad que les permitiría acercarse a esa cifra. Ese jugador diferente es Walter Centeno, el único que vio que ese centro llegaría a ese punto donde cabeceó; ni Alas, ni Montes, con una casi excelente noche, pudieron cortar ese ataque.
Sin esa acción de Centeno, Costa Rica entera, ahora, estuviera pidiendo la cabeza de Kenton y de varios jugadores.
El próximo juego de El Salvador es contra el herido México, que viene sin Salcido, y a lo mejor, sin Sven. Para entonces, estoy seguro que los jugadores de la selección estarán acá esperando quitarse esta mala suerte, con ni más ni menos que con el tri.
Ojalá que la flamante dirigencia salvadoreña no afecte el proceso, más de lo que lo han hecho.

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